El Tío don Catarino… un luchador
incansable de la democracia
Rigoberto Losoya Reyes.
Don Catarino Benavides Hernández, nació en la población de Guerrero, Coahuila el 25 de noviembre de 1849, sus padres fueron don Luis Benavides García y doña María Jesús Leonarda Hernández Lombraña. La familia Benavides era propietaria de la Hacienda “Guadalupe” en Guerrero, Coahuila y su origen genealógico se remonta a don Francisco Baez de Benavides López quien nació en 1593 en Nuevo Reyno de León. Don Catarino contrajo nupcias con doña Victoriana Navarro de la Garza, originaria de la Villa Rosales, Coahuila, y con quien procreó a los siguientes hijos: Eduwigis, María Margarita, Ernesto Catarino y Luis Benavides Navarro.
Durante esta época, el matrimonio radicaba en la población de San Pedro de las Colonias, lugar donde se dedicaba a la agricultura y posteriormente al comercio. Gracias a la información que proporcionó el licenciado Juan Rodríguez Benavides, acerca de su bisabuelo, don Catarino, es posible rescatar a este personaje del ostracismo y ubicarlo en su justa dimensión en nuestra historia nacional, como uno de los luchadores que enarboló la bandera de la oposición a la dictadura porfirista. Su contribución merece al menos un busto en bronce y colocarlo en el interior del Museo de la Frontera Norte.
Su actividad política se remonta al mes de diciembre de 1904, cuando participa activamente en compañía de Madero, lanzándose a la lucha, organizando en San Pedro un Club al que denominaron "Club Democrático Benito Juárez". En enero de 1905, en coordinación con Madero y otros activistas políticos, colaboran apoyando económicamente a Ricardo Flores Magón para que continuara con su publicación Regeneración. Durante el mes de 1909, don Francisco I. Madero instaló el club antireeleccionista en San Pedro en el cual figuró don Catarino como miembro fundador. En la historia se le recuerda más por su parentesco con don Francisco I. Madero, pues era su tío a quien apoyó incondicionalmente en su aventura política, sacrificando su vida, su familia y su bienestar económico, pues en 1910, don Catarino ya contaba con 61 años de edad.
El parentesco entre la familia Madero y los Benavides es el siguiente: Evaristo Madero Elizondo se casó con María Rafaela Hernández Lombraña, ellos son los padres de Francisco Madero Hernández que a su vez es papá del Apóstol Francisco Ignacio Madero. El 20 de noviembre de 1910, don Catarino acompañó a Madero, apoyado únicamente con diez hombres, cuatro llevaban carabina y los demás sólo portaban pistola. Este intento de iniciar la revolución atacando la plaza de Ciudad Porfirio Díaz, fracasó rotundamente, al no contar con el apoyo de los maestranceros quienes se arrepintieron a última hora. Don Catarino ya se consideraba un prófugo de la justicia, según se hace constar en un telegrama del propio gobernador Jesús del Valle dirigido a Porfirio Díaz y cuya cita textual era la siguiente:
“Pongo en su superior conocimiento que me informan de Ciudad Porfirio Díaz que Jefe militar de Guerrero, Coahuila avisa que grupo respetable de gente armada paso a territorio mexicano por el Sauz anoche y que fuerza federal no alcanzó a Catarino Benavides aprehendiendo solamente a Hermengildo Garza.”
Es de resaltar que el 31 de diciembre de 1910, el mismo gobernador de Coahuila, antes mencionado, en una carta que envió al presidente Díaz, le manifiesta que se encontraron cartas a Alberto Guajardo, en el cateo que se practicó en su casa, y que de dicha información se cita a don Venustiano Carranza y al cabecilla Catarino Benavides como comprometidos con el movimiento revolucionario, remitiéndose un oficio al Juez de Letras de Cd. Porfirio Díaz.
Sus servicios como luchador de la democracia fueron reconocidos por el propio Francisco Villa, otorgándole el grado de General de División, este mismo grado, también se lo reconoció don Eulalio Gutiérrez Ortiz en la convención de Aguascalientes en 1915. En mayo de de 1924, don Catarino sufrió de una gran injusticia, pues agraristas armados invadieron sus tierras de la hacienda Las Habas, y el gobierno federal declaró sobreseídos los amparos que interpuso por extemporáneos. Esta arbitrariedad, le quebrantó su delicada salud, falleciendo a los 77 años el 25 de octubre de 1925. Su sepulcro se localiza en el cementerio de San Pedro de las Colonias, Coahuila.
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